27 mar 2013

DOÑANA EN EL ALMA



Y en el corazón. 

Porque Doñana es algo más que un paisaje, más que el parque nacional más importante del sur de Europa. Doñana es un sentimiento para todos los que amamos la naturaleza y hemos dedicado tanto esfuerzo a conservarla.

Este año he tenido la suerte, el privilegio y el honor de volver a la marisma para recibir allí, a pie de lucio, de duna y de pineda, a la primavera, esta primavera salvajemente hermosa, que viene cargada de verdes y azules.


Ha sido una mañana plena de emociones y de citas con sus grandes protagonistas: gamos, espátulas, somormujos, reinetas, porrones, archibebes, alcaudones, tarabillas, alondras... la vida entera se da cita en este santuario del Guadalquivir! 


Y especialmente con el águila imperial, que ha tenido la deferencia (como estas amada mía, cuanto tiempo sin verte!) de salir a saludarme volando a baja altura, dandole sonido al aire, mostrando sus hombros blancos (eso son unos hombros y no los de Sofía Loren), blancos como la nieve cuando es más blanca, resaltando como semáforos a través de mis prismáticos de campaña.



En el centro de visitantes de El Acebuche he estado un buen rato siguiendo las evoluciones de una hembra de lince que parió ayer (si, si ayer mismo -me dice la guía-) me podía haber pasado el resto de la vida viéndola lamer a sus cachorros con la mayor delicadeza, dos preciosas bolitas atigradas de ojos azules, los tesoros vivos más preciados de nuestro patrimonio!


Al recorrer el parque los carteles de precaución en la carretera me han recordado la fragilidad de nuestro gran gato (como le llamaba Félix), el más amenazado del mundo, en un lugar con demasiadas carreteras, con demasiadas prisas, con demasiado ir y seguir yendo. Espero y deseo de todo corazón que ninguno de los cachorros acabe su vida en el asfalto, como tantos han acabado. 

Y luego me he acercado hasta El Rocío, la aldea más bella de Doñana, con sus calles y sus explanadas de tierra y la ermita de La Blanca Paloma, lugar sagrado para tantos rocieros, de una belleza que invita a volver, o mejor: a no irse nunca de su vera.


Ha siso un estreno de primavera soñado. Ojalá esta hermosa estación acabe para mí y para todos vosotros como empieza, y que sintáis muchas veces lo que he sentido yo al recibirla aquí, en el paraíso: en Doñana.   

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