EL ENVENENADOR

¿Cómo serás? ¿Cual será tu aspecto? Tal vez seas un hombre enjuto, solitario, repudiado por la gente que te rodea y de mirada agria. Retorcido por el odio y prisionero de tu ignorancia. O acaso seas un asesino a sueldo, uno de esos tipos vacíos y de moral ausente, de bajo precio en el mercado de los miserables. En cualquier caso, repugnante envenenador, quiero decirte que, seas lo que seas, eres lo peor que se puede ser.

Por más que le doy vueltas no alcanzo a entenderte. No entiendo que te mueve a odiar tanto la belleza. Que te lleva a preparar el mayor crimen contra la multiplicidad: a ponerte los guantes de goma, en la soledad de un rincón de la casa, con la mirada nerviosa. A retirar la carne adobada en estricnina y colocarla dentro de la bolsa y salir al campo a sembrar la muerte, convertido en el peor de los canallas. Que terror, que pánico produce pensar que existen tipejos como tú viviendo entre nosotros. Que náusea, que asco saberte por ahí, tramando contra la Vida.

Ser envenenador debe ser terrible, el peor de los destinos para un ser humano...Pero claro, tú es que no: tú lo que pasa es que no eres humano. Ahora lo entiendo. Seguramente esa sea la condición indispendable para que nos hagas tanto daño al resto. Tú en realidad eres nuestro mayor fracaso, por eso te deseo lo peor. Ojalá muy pronto tú y todos los que como tú andáis sembrando la muerte por el campo dejéis de ser y desaparezcáis para siempre de la faz de este hermoso planeta. Solo entonces dejarán de ser necesarios estos carteles: