Durante estos días he estado recopilando algunas informaciones respecto a los precios que se están pagando a los agricultores por sus productos, y lo cierto es que hay algunas cifras que hablan por sí mismas de la insostenible situación que vive el sector primario en nuestro país.
He leído por ejemplo que el kilo de mandarinas se está pagando a 50 céntimos, un precio inferior al que se pagaba en 1995 y que por eso muchos agricultores prefieren tirarlas. Les sale más a cuenta. He sabido que el litro de aceite se paga a 35 céntimos, menos que 20 años atrás. Hay quien ha tenido que vender los calabacines a un euro la caja, o las manzanas a 20 céntimos el kilo. La patata se paga al agricultor a 0,07 céntimos el kilo mientras que al consumidor le cuesta 80 céntimos, más de un 1.000% de incremento.
La avellana se paga a 1 euro el kilo mientras que envasada y colocada en los estantes del súper puede llegar a los 40. Y la uva no hablemos. Después de años de cultivo esperando a recoger el primer grano, invirtiendo en fitosanitarios, en mano de obra para podar, regar, abonar y condicionar la viña algunas empresas piden a los campesinos entre 9 y 12 céntimos por kilo para poder descargar la uva en su bodega con la promesa que luego ya harán cuentas con el vino. Lo que puede suceder pero es que finalmente la cosecha sea tanto y tanto excedentaria que les ofrezcan entre 10 y 20 céntimos. Es decir: trabajar para nada. Mejor dejarlo.
Y entre los ganaderos la cosa no va mejor.
La leche se paga a entre 20 y 30 céntimos. El cerdo a 18 euros. Pero no el kilo, no: el animal entero! Si hacemos cuatro números y sumamos lo que cuesta mantenerlo durante los 6 meses de crianza (piensos, veterinarios, gastos de la granja, gestión de purines, transporte, etc) veremos que es un negocio absolutamente ruinoso.
En cuanto a los pescadores no digamos. El kilo de sardina se les está pagando a 0,80 céntimos, mientras que en la pescadería supera los 4 euros. ¿Quién ha ido a sacarlo del mar? ¿Quién ha invertido en barcos, trabajadores, amarres, permisos, gasoil, etc? ¿Cómo es que de la lonja a la tienda, en un viaje en furgoneta, el precio se multiplica por 500?
En resumen, que hoy nuestra gente del campo no es que cobre lo mismo que antes, ya les gustaría, lo que ocurre en realidad es que la renta agraria en Cataluña ha caído un 47% desde 2000, es decir, que los agricultores cobran casi la mitad ahora que hace diez años. ¿Quién tiene la culpa de todo esto? Algunos culpan a la política agraria de la UE, otros las grandes cadenas de distribución que actúan como oligopolio obligando a los productores a vender muy por debajo del precio de coste si quieren colocar sus productos, todo ante la mirada perdida de las administraciones .
Sea como sea, lo que está claro es que la situación no se puede aguantar más. Como naturalista tengo muy claro desde hace tiempo que la especie más amenazada en el campo es el campesino. Y también tengo claro que, antes de destinar dinero a cualquier otro partida, se debería hacer un mayor esfuerzo presupuestario para habilitar medidas urgentes para evitar su desaparición, pues no lo olvidemos: detrás de la conservación de nuestro patrimonio natural y el mantenimiento de los paisajes que disfrutamos los fines de semana hay la estructura social del campo, donde la gente que trabaja hace posible la moderación y modulación del avance de los bosques, la conservación de la variedad biológica de las especies ganaderas y de cultivo (mucho más amenazadas que las silvestres) y el mantenimiento de los ecosistemas agrarios, tan importantes como los naturales.
Y es que si Einstein dijo lo que sin abejas la humanidad sobreviviría sólo cuatro años, yo añado que sin el trabajo de los campesinos en el campo nuestros paisajes y la biodiversidad que acogen no tardarían ni la mitad a desaparecer. Por eso hemos de pedir al gobierno que actúe en defensa del sector primario ya, también desde el punto de vista conservacionista, por supuesto.
(Artículo publicado en la revista SOSTENIBLE)
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