Poco después, leyendo una revista bajo la sombra de un pino negro del Pirineo, me enteré que, después de arrasar las praderas de Posidonia oceanica del Mediterráneo, el alga verde Caulerpa taxifolia, originaria del sureste asiático y a la que muchos llaman el alga asesina, ha sido localizada en las costas californianas según un informe elaborado por el Departamento de zoología y biología animal de la Universidad de Ginebra y publicado en la revista Nature
Esta especie alóctona apareció en la costa azul francesa tras los lavados en el mar de unas peceras del acuario de Mónaco en las que se había exhibido esta alga exótica. Lo mejor es que los responsables de la exposición y del lavado fueron miembros del equipo de la Fundación Cousteau (manda huevos !!!) Su carácter invasivo la lleva a imponerse en los ecosistemas autóctonos al segregar una sustancia tóxica que acaba por esquilmar los fondos marinos dónde aparece. La llegada a California del alga ha alertado a los servicios de protección de la naturaleza de los EE. UU. que están invirtiendo mucho tiempo y dinero en sacarla de allí antes de que sea tarde.
En España alguién le ha dado un manotazo a la caja dónde guardábamos las piezas del puzzle de la biodiversidad, y si seguimos sin recogerlas y poner órden, la imágen que saldrá no tendrá nada que ver con la original, y a mi me gustaba mucho saber quién era quién al salir al monte o al bañarme en un río o en el mar. Ahora te salen mapaches de los encinares madrileños y los ruiseñores japoneses cantan en Collserola.
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