Mi fascinación por los pájaros se remonta a cuando era solo un niño. En aquellos años de infancia, salir al campo y perseguir a las aves silvestres de un lado a otro para observarlas de cerca a través de mis prismáticos era mi pasatiempo favorito. Un pasatiempo que se convirtió en una afición a la que dediqué toda mi adolescencia y juventud y a la que sigo enganchado.
Ver los
grandes bandos de patos atravesando los cielos de otoño, escuchar el melodioso
canto del mirlo desde la espesura del bosque, aguardar la presencia del martín
pescador parapetado tras los arbustos de la orilla del río, admirar los colores
africanos del abejaruco, la elegancia de la golondrina o la majestuosidad del
buitre me proporcionaba el mejor de los entretenimientos. Desde entonces no he
dejado de perseguir a los pájaros con la mirada.
Hoy en día la
ornitología de campo sigue siendo mi principal afición y estudiar a las aves,
sus costumbres y diferencias, continua centrando buena parte de mi tiempo
libre. Una devoción que comparto con el resto de socios de la Sociedad Española
de Ornitología (SEO/Birdlife) a la que me uní hace casi cuarenta años.
Sigo con la
misma fascinación por la observación de los pájaros en libertad y continúo emocionándome
y sintiendo aquella satisfacción que despertaban en mí cuando era un niño y
aprendí a ponerles nombre. Porque todos son fascinantes: desde el
abundante y ubicuo (aunque cada vez menos) gorrión común hasta la más esquiva y escasa de las rapaces.
No
penséis que soy un bicho raro. La ornitología de campo tiene millones de
seguidores en todo el mundo. Somos gentes de todas las edades y clases sociales,
desde niños a personas muy mayores, que salimos al campo con el simple propósito
de observar a los pájaros, disfrutar de su presencia en libertad y anotar su
belleza. Y es que la ornitología es una de
las especialidades de las ciencias naturales con más devotos.
Pero ¿por qué nos
atraen tanto los pájaros a los ornitólogos? Quizá sea por la sensación de
libertad que nos transmiten con su capacidad de volar y desplazarse por el aire
a largas distancias, sin atender fronteras ni exhibir visados. O tal vez por la
belleza natural de sus plumajes, sus elegantes siluetas o sus melodiosos cantos.
En cualquier caso, ya sea por una de esas cualidades en especial o por todas
ellas juntas, lo cierto es que el ser humano siente desde antiguo una fuerte
atracción por la observación de las aves salvajes. Una atracción que, desde el
ejercicio de la razón, debería impulsarnos a todos a protegerlas.
Os invito
desde aquí a iniciaros en la afición por la ornitología. Solo necesitaréis unos
prismáticos ligeros (8 x 30, lo más luminosos que encuentren, no paguéis más de
100 euros), una guía de campo y un cuaderno en el que tomar nota de las
observaciones. Una vez equipados dejaros llevar por la curiosidad cuando salgáis al campo, sed discretos en el comportamiento, fíjaos en los árboles antes de
ver el bosque, elevad de vez en cuando la vista al cielo y permaneced atentos
a sus reclamos.
Estoy seguro de que si lo probáis os engancharéis a la afición
por los pájaros, que es una de las mejores maneras de engancharse a la
naturaleza y a la vida. Ya me lo contaréis!
No hay comentarios:
Publicar un comentario