Este verano tuve la suerte de recorrerla en buena parte, pues mi hija Lucía pasó allí 10 días como acampada del primer Campamento Félix Rodríguez de La Fuente, celebrado por la Fundación que dirije Odile en el Parque Natural de las Fragas del Eume. Que Galicia era un paraíso natural ya lo sabía de anteriores viajes (recuerdo con especial emoción mi primer aproximación al lobo en Os Ancares) pero es que además sus gentes son de lo mejor que puebla esta península.
Por eso estoy sufriendo con mucha angustia y dolor la oleada de incendios que está calcinando aquella tierra tan amada por mí. Una tierra verde y azul que acogió a mi pequeño cachorro este verano para mostrarle la belleza de la Vida y la suerte que tenemos todos los que amamos la naturaleza por contar con lugares como los que ella disfrutó.
Me duele Galicia, me duele el compañero de La Cabrera leonesa que a muerto esta tarde en las tareas de extinción de uno de los incendios que también están afectando a mi no menos amada Castilla y León (que decir de esa tierra a la que le debo lo poco que pueda ser en esto de la divulgación ambiental).
Os dejo este puñado de emociones, vertidas más que redactadas, desde el espanto y el asombro ante el mucho daño que unos pocos desgraciados sin alma pueden causar a las gentes de bien que habitan aquellas tierras y todos los que tanto las amamos.
Galicia en el corazón.
1 comentario:
Difícil empatizar con una persona que de forma intencionada prende fuego al monte... este tipo de delitos sale demasiado barato.
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