En casa damos por hecho (como así es) que los camiones de recogida conducirán todos esos residuos separados, convertidos ya en materiales seleccionados y dispuestos para su valorización, a las plantas de selección o de transferencia, dónde serán redistribuidos a las plantas de reciclado como materia prima.
También damos por hecho (como así es) que cada vez son más los que van incorporando este saludable hábito -saludable en el sentido planetario, es decir para la salud de nuestro medio ambiente- y que así, poco a poco, se ha ido implantando una auténtica cultura del reciclaje en nuestra comunidad que, aunque dista mucho de alcanzar los niveles deseables, lo cierto es que va a más, y eso es bueno.
Pero ayer un buen amigo, que recicla, que participa voluntaria y decididamente en este ejercicio de ciudadanía responsable que es la recogida selectiva de residuos mediante su depósito en los contenedores correspondientes, me dijo: “¿es cierto todo eso que está saliendo en los periódicos de que lo del reciclado en España no está claro, que se están amañando las cifras y que incluso la UE va a tomar cartas en el asunto?”
Los que están provocando esta triste y desagradable polémica sobre la validez de su sistema de recogida (depósito o contenedores) deberían ser conscientes del daño que están causando: unos y otros, los dos. No hay nada más difícil para un español que cambiar un hábito. Lo estábamos consiguiendo, a base de divulgar, educar, informar y seducir somos muchos los que llevábamos años defendiendo las bondades ambientales del reciclado, y ahora lo que estáis consiguiendo (los dos, unos y otros) es generar desconfianza, malrollo y dar argumentos a los ecoescépticos para que opinen en los diarios lo que ayer aparecía en el primer comentario a una noticia al respecto publicada en La Vanguardia: “que recicle tu madre”.
Ya os vale.
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