Lo que sigue es un plan para reenergizar América con el compromiso de producir el 100 % de nuestra electricidad de fuentes libres de carbono en el plazo de diez años. Es un plan que nos movería simultáneamente hacia soluciones a la crisis del clima y a la crisis económica, y crearía millones de nuevos trabajos.
Para empezar el nuevo presidente y el nuevo congreso deben ofrecer grandes inversiones e incentivos para la construcción de centrales térmicas de concentración solar en los desiertos del sudoeste, para los campos de viento en el corredor que va de Texas a Dakota y para plantas avanzadas en los puntos calientes geotérmicos que podrían producir grandes cantidades de electricidad.
Debemos ayudar a la industria del automóvil de América (no sólo a las tres grandes, sinó también a las nuevas compañías que empiezan) para adoptar rápidamente los híbridos enchufables que pueden funcionar con la electricidad renovable.
Hay que emprender un esfuerzo a escala nacional para adaptar los edificios con un mejor aislamiento y con ventanas eficientes en energía e iluminación. Aproximadamente un 40 % de las emisiones de dióxido de carbono en los Estados Unidos proviene de edificios, y detener esta contaminación ahorra dinero a los dueños de la casa y las empresas.
Es necesario comenzar el planeamiento y la construcción de una red eléctrica nacional inteligente, para el transporte de la electricidad renovable de las áreas rurales donde básicamente se genera, a las ciudades donde básicamente se utiliza. Las nuevas líneas subterráneas de alto voltaje, con bajas pérdidas, se pueden diseñar con dispositivos “inteligentes” que proveen a los consumidores de información sofisticada y de herramientas fáciles de utilizar para conservar la electricidad, eliminar la ineficacia y reducir sus facturas de energía.
Los Estados Unidos deben liderar el camino, poniendo un precio al carbono aquí en el país y liderando los esfuerzos en el mundo para sustituir el tratado de Kyoto el próximo año en Copenhague por un tratado más eficaz, que priorice las emisiones globales de dióxido de carbono y anime a las naciones a que inviertan juntas en modos eficaces de reducir la contaminación que rápidamente provoca el calentamiento del planeta, incluyendo la importante reducción de la tala de árboles.
Para empezar el nuevo presidente y el nuevo congreso deben ofrecer grandes inversiones e incentivos para la construcción de centrales térmicas de concentración solar en los desiertos del sudoeste, para los campos de viento en el corredor que va de Texas a Dakota y para plantas avanzadas en los puntos calientes geotérmicos que podrían producir grandes cantidades de electricidad.
Debemos ayudar a la industria del automóvil de América (no sólo a las tres grandes, sinó también a las nuevas compañías que empiezan) para adoptar rápidamente los híbridos enchufables que pueden funcionar con la electricidad renovable.
Hay que emprender un esfuerzo a escala nacional para adaptar los edificios con un mejor aislamiento y con ventanas eficientes en energía e iluminación. Aproximadamente un 40 % de las emisiones de dióxido de carbono en los Estados Unidos proviene de edificios, y detener esta contaminación ahorra dinero a los dueños de la casa y las empresas.
Es necesario comenzar el planeamiento y la construcción de una red eléctrica nacional inteligente, para el transporte de la electricidad renovable de las áreas rurales donde básicamente se genera, a las ciudades donde básicamente se utiliza. Las nuevas líneas subterráneas de alto voltaje, con bajas pérdidas, se pueden diseñar con dispositivos “inteligentes” que proveen a los consumidores de información sofisticada y de herramientas fáciles de utilizar para conservar la electricidad, eliminar la ineficacia y reducir sus facturas de energía.
Los Estados Unidos deben liderar el camino, poniendo un precio al carbono aquí en el país y liderando los esfuerzos en el mundo para sustituir el tratado de Kyoto el próximo año en Copenhague por un tratado más eficaz, que priorice las emisiones globales de dióxido de carbono y anime a las naciones a que inviertan juntas en modos eficaces de reducir la contaminación que rápidamente provoca el calentamiento del planeta, incluyendo la importante reducción de la tala de árboles.
¡No os suena a música celestial!
Los que llevamos años gritando que otro mundo es posible, un mundo más límpio, seguro y sostenible asistimos con los espectación y mucha, muchísima ilusión al inicio de esta nueva era en Estados Unidos y en el mundo. Debemos ser optimistas ¿no os parece?
José Luis Gallego
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